jueves, 10 de noviembre de 2011

HERÁLDICA RUSA, UNA HISTORIA DE AMOR

HERáLDICA EN RUSSIA
INVESTIGANDO SOBRE TEMAS DE HERáLDICA EN OTRAS CULTURAS PUDE ADMIRAR LOS HERMOSOS ELEMENTOS DE LOS ESCUDOS RUSOS QUE CONTIENEN UNA GRAN CANTIDAD DE FIGURAS QUE NO SE OBSERVAN EN OTRAS HERÁLDICAS DEL MUNDO, PREDOMINANTEMENTE FIGURAS DE ANIMALES Y DE GUERRA . LA HISTORIA DEL ESCUDO DE RUSIA CON EL AGUILA BICEFALA IMPERIAL, ES UN RELATO DE LA HISTORIA QUE VALE MUCHISIMO LA PENA CONOCER. LO COMPARTO CON USTEDES. ASI COMO UNA GALERIA DE ESCUDOS DE ARMAS  Ing. Marcelo Unzueta 

Anatoli Koroliov, RIA Novosti. El escudo llegó a Rusia en 1452, hace 553 años, procedente de Roma.




Es una historia asombrosa, en la que se mezclaron un drama amoroso y un cálculo político. El hombre que realizó tal cálculo era el Sumo Pontífice Pablo Segundo.

Era una época difícil para todo el mundo cristiano, la de penetración de las tropas musulmanas en tierras de Europa del Este. Turquía había liquidado el antiguo Bizancio y se había apoderado de la sagrada Constantinopla, que empezó a llamarse Estambul. Luego fue supeditada Grecia, el ejército del despiadado sultán turco Mahomet II amenazaba a Italia y al propio Vaticano.

El Pontífice disponía sólo de un medio para defenderse: era la infeliz familia de Tomás Paleólogo, hermano del emperador bizantino, la cual se fugó a Roma de su derrotado país.

Paleólogo tenía una hija joven, la princesa Sofía. El Pontífice la patrocinaba, pensando con quién casarla, para fortalecer al propio tiempo la situación de Roma, con quién pactar en una época tan adversa?


Al fin y al cabo, el Papa dirigió sus miradas hacia el Moscú cristiano, hacia el gran príncipe Iván III, que acababa de enviudar.

Iván III era el más vivo genio de la Historia rusa anterior a Pedro el Grande.

Iván III era el único soberano capaz de competir en inteligencia y fuerza con el sultán turco. Precisamente bajo su gobierno Rusia se sacudiría el yugo tártaro, en el país aparecerían la primera legislación, correos y policía; durante su reinado Moscú aplastaría la sublevación en Veliki Nóvgorod, apaciguaría el reino de Kazán, derrotaría al rey lituano-polaco Casimiro y afirmaría definitivamente su derecho a ser capital del Estado emergente.

Por aquella época el príncipe todavía era joven, tenía tan sólo 20 años, pero ya estuvo casado una vez y tenía un pequeño hijo de la esposa difunta.

El Pontífice calculaba que al casarse con la infeliz princesa, el príncipe de Moscú quisiese devolverle a Sofía Constantinopla y declarar guerra a los turcos. A Moscú fueron enviados casamenteros, quienes entregaron a Iván III el retrato de la joven princesa. Ella era bella, e incluso si no lo fuese el soberano ruso igualmente aceptaría la propuesta que le hacía el Pontífice: el ambicioso monarca supo apreciar al instante las ventajas políticas que le prometía el matrimonio con la heredera legítima del trono de Bizancio. Esas nupcias lo convertían en señor - aunque todavía nominal - de un inmenso territorio conquistado por los turcos, en heredero de un gran imperio, del que a Rusia llegó la luz de la fe cristiana.


Conviene tener presente que la bizantina Sofía era cristiana ortodoxa, pero no católica.

Iván III aceptó la propuesta, enviando una embajada a Roma y generosos obsequios para la novia y el Pontífice.

Los esponsales y el rito de las nupcias se celebraron en ausencia del novio, en la catedral de San Pedro, interpretando el papel del marido silente el embajador ruso.

Al salir de Roma el 1-ro de junio, en apogeo del verano italiano, Sofía arribó a Moscú al cabo de 6 meses, en la fría y soleada mañana del 12 de noviembre. Fue entonces cuando ella vio por primera vez a su marido. Éste la esperaba en aposentos de la madre de él. Ya por la noche del día de la llegada de ella se celebraron las bodas de verdad.
Sofía dio a luz tres hijas y seis hijos, el mayor de los cuales heredó el trono.

Sofía trajo a Moscú el espíritu de la gran cultura italiana. Ella inspiró al zar a construir el castillo del Kremlin en estilo florentino. Este aspecto suyo lo conoce hoy día el mundo entero: es una diminuta ciudad de palacios y catedrales cercada por muralla roja. Durante el reinado de ella fue acondicionado el primer jardín colgante sobre el techo plano e instalada la primera piscina con peces dorados.

Pero el principal dote que trajo Sofía fue el escudo de Bizancio: el águila bicéfala impresa en el sello del último emperador bizantino.


El escudo en cuestión encarnaba la independencia. Dos cabezas del águila simbolizaban el poderío sobre las partes oriental y occidental del imperio. Sobre las cabezas del águila aparecían dos coronas, símbolo del doble poder.

Ese blasón, del que emanaba una enigmática fuerza, provocó admiración en los rusos.

En un principio nadie tocaba esa imagen. Pero el zar Iván IV, el Terrible, dispuso estampar en el pecho del águila el escudo de Moscú, con la imagen de San Jorge montando a caballo y matando de una lanzada al infernal dragón.

Con ello el escudo de Rusia adquirió un aspecto aún más temible, a las dos cabezas del águila se añadieron otras tres: del combatiente, el caballo y el dragón. Más la lanza.

Pero tampoco este aspecto pareció lo suficientemente terrífico, y la dinastía de los Románov a lo largo de cuatro siglos fue aportando siempre nuevos detalles al escudo. Las alas del ave, antes caídas, se abren de un modo orgulloso, como si el águila se preparase a despegar, también se abren los picos, dejando salir afuera dos lenguas serpentinas; las patas adquieren fuertes garras, las que sujetan el cetro y el globo, atributos del poderío.

Hasta las coronas parecían despegar sobre las cabezas de la demoníaca ave.

Las coronas ya eran tres, simbolizando la Trinidad cristiana: al Padre, el Hijo y el Espírito Santo.

El escudo irradiaba pura agresión, pero tampoco ello pareció insuficiente.


Pedro el Grande decide adornar el pecho del águila con la cadena del galardón máximo de Rusia, la Orden de San Andrés. Sobre la triada de las coronas aparece una cinta de moaré. De este modo el águila empieza a simbolizar también al fiel soldado y al victorioso jefe militar a un mismo tiempo. Además, el emperador ordena pintar el ave dorada de negro, que es el color de la audacia, y presentarla suspensa en el aire, pues el águila dorada encarnaba la idea de protección del nido, pero no la de agresión.

El águila de Pedro el Grande marcaba el nuevo rumbo de Rusia, el de expansión.

A inicios del siglo XIX, el emperador Alejandro I consideró que su imperio, que ya abarcaba una tercera parte del hemisferio septentrional, había alcanzado su tope, y dispuso restablecer el color dorado, el de protección del nido, así como quitar de las garras del ave de rapiña el globo y el cetro, sustituyéndolos por unas flechas-relámpago, antorcha y corona de laurel.

Desde ahora, el escudo de Rusia prometía a sus súbditos los laureles de la paz y tranquilidad y la antorcha de la ilustración, y a los enemigos, los relámpagos del castigo, si ellos se atrevían a agredir.

Mientras tanto Rusia llevó adelante su expansión tanto bajo Alejandro II como bajo Nicolás I y Alejandro III. Fueron conquistadas Daguestán y Azerbaiyán en el Cáucaso. Comenzó la guerra contra Turquía, tras la cual Rusia incorporó a su territorio a Besarabia y liberó por fín a Grecia, Serbia y Moldavia, las cuales recibieron autonomía. Luego siguieron la conquista de Lituania, la división de Polonia y la liberación de Bulgaria; después comenzó la guerra de 20 años contra los Estados musulmanes allende el mar Caspio y se realizó la adhesión de Asia Central. Finlandia fue el trofeo final.


El último emperador de Rusia, Nicolás II, también creó necesario anunciar que Rusia había alcanzado su tope, para lo cual dispuso adornar el escudo nacional con símbolos de la pacificación: en las alas del águila fueron estampados los blasones de 6 reinos unidos a Rusia: el de Kazán, el de Astracán, el de Siberia, el de Polonia, el de Finlandia y el de Jersonés de Táuride.

Parecería que con ello bastaba ya. La pesada ave dorada ya no podría levantar vuelo hacia el cielo de la guerra.

Pero la Historia de Rusia dio un viraje aún más brusco: tras la Revolución de Octubre de 1917 el viejo escudo fue eliminado, y en el nuevo, el de la URSS, fue representado el globo terráqueo (de modo que se veía fundamentalmente su parte de arriba), con el sol saliente de las nuevas victorias. Encima de todo fue colocado el emblema de la expansión proletario-campesina: la hoz y el martillo debajo del pentagrama (estrella de cinco puntos) de la omnipotencia mística (signo cabalístico del centro del Universo en expansión).

El escudo del país comunista ya pretendía al dominio sobre todo el globo terráqueo. Pero la Historia dispuso algo distinto: el imperio soviético se deshizo.

El actual escudo nació entre tormentos de la nueva época.
Al tomarse la decisión de recuperar el anterior escudo, primero le quitaron todas las coronas, y de las garras, los atributos del poder: el cetro y el globo. Los picos de la bicéfala ave fueron cerrados. Los críticos del nuevo blasón llamaron a tal águila "gallina gastada". Poco después, el pintor Yevgueni Ujnaliov restableció de hecho todos los detalles anteriores del escudo.


Oficialmente, el nuevo escudo de Rusia fue aprobado en diciembre de 2000. Hoy día, el escudo de la república federativa democrática paradójicamente tiene el aspecto de un blasón monárquico, pues fueron restablecidos todos los atributos del poder zarista. Pero actualmente éstos se interpretan de otro modo. He aquí su descripción.

Teniendo por fondo un escudo heráldico rojo, puntiagudo hacia abajo (es el llamado escudo francés), aparece el águila bicéfala dorada. Sobre sus cabezas hay una corona grande y dos pequeñas, unidas entre sí por una cinta de moaré. El águila tiene en la pata derecha el cetro, y en la izquierda, el globo. En su pecho se ve otro escudo, con el blasón de Moscú, en el que un jinete de plata, que viste capa azul y monta un caballo de plata, remata al dragón negro caído de espaldas y pisado por el caballo.
Este cuadro puede interpretarse del modo siguiente (también son posibles otras variantes): Rusia sigue protegida por la Santísima Trinidad, cree en Dios, en el zar (el poder) y la patria. Sus fuerzas están dirigidas a conservar su territorio, y a nada más. Ella acata la ley y aboga por un justo orden mundial, lo dice la cinta de moaré, que es símbolo de jerarquía. Rusia no amenaza a nadie, sus intenciones son limpias como la plata; sus fuerzas obedecen al color azul, emblema del servicio; su lanza está apuntada hacia abajo, contra los males comunes de la Humanidad. Esos males son los pecados y las desgracias generales, pero no seres humanos ni Estados.

De ello se puede deducir que el escudo de Rusia es un juramento militar y una oración a un mismo tiempo.


HERáLDICA Y ORIGEN DE MIS APELLIDOS
 
Compilador heráldico Ing. Marcelo Unzueta  Mayo del 2011